UNA
SENDA UN DESTINO
narrativa
Era
una tarde del mes de Agosto y el sol. Ya calentaba con menos intensidad. Emprendimos
un camino con entusiasmo inusitado, el destino un pueblo abandonado. En principio era fácil, caminábamos por una carretera
de asfalto, después nos esperaba un camino de tierra y después…? A partir de ahí empezó la odiosea. Era entre el Duero y una
serranía de pinos y en su faldón matorrales de todo tipo y con un pasillo de unos
veinte metros de anchura y con una espesura salvaje, agreste, indómita, era
terrible, avanzar un metro era todo una proeza, miedo a lo que pudiera surgir entre el follaje. Había
pasadizos por donde los animales se
desplazaban, parecíamos exploradores, caminábamos apartando la maleza con palos,
algunos, más precavidos, iban provistos de garrotas. Además
había un peligro añadido, un posible resbalón podrías acabar en el rio que por
allí tiene las aguas remansadas y son profundas.
Miedo, mucho miedo, porque las serpientes abundan y algunas de gran tamaño, donde
el jabalí o el corzo campan a sus anchas,
es una selva. Cuando ya habíamos avanzado algún centenar de metros
quisimos dar la vuelta, pero en vista de lo que habíamos dejado atrás,
preferimos seguir adelante, que no fue mejor. Para hacer un recorrido de unos
dos kilómetros fueron necesarias tres horas, parece que estuviéramos en plena
zona amazónica. Por fin logramos salir sanos y salvos, y seguimos caminando
entre aliagas y tomillo, los matorrales altos habían quedado atrás, el sendero era
más despejado. Divisamos el pueblo ese al que se dirigía la excursión (NAVAPALOS)
enclavado al lado del rio DUERO, allí solo había jóvenes subvencionados por la
diputación. Conversamos y dijeron que querían reconstruir el pueblo, seguimos
adelante y paseando por el lado de un riachuelo oímos el ruido de una pequeña
catarata y sorpresa….? Chicos y chicas
desnudos bañándose y con indiferencia
hacia lo inoportuno de nuestra visita.
UNA
EXCURSIÓN CON MUCHA INCERTIDUMBRE.
JUAN GARCIA INES